VESTIDA DE BLANCO.
Tu esbelto cuerpo de blancos vestidos,
cuál celestial albura de cafetos en flor,
esos ojos tan amados y nunca tenidos,
fulguraban para otro destellos de amor.
Tus labios encendían tan deseada sonrisa,
portando en su carmesí tus níveos marfiles,
pero en mi alma el desencanto a toda prisa,
martirizó sin piedad mis anhelos sutiles.
Sentí perderte sin haberte encontrado,
que te ibas, más nunca estuviste conmigo,
lloré ese amor que jamás me has dado,
pero que he llevado por siempre metido.
Y vestías de blanco en tu radiante boda,
erguida ante el al altar de florido templo.
Mi alma dedicándote su melancólica Oda,
decía: Eres mía, te amo. Te amo en silencio.
No percibiste mi lloro al rendir tu voto,
ni el sufrimiento por este frustrado amor.
Estrechando en mis manos tu dilecta foto,
te di bendiciones desde mi ingrato dolor.
Y vestiste de blanco y en mi alma de luto;
Reíste en mi tristeza y gozaste en mi sufrir,
no pudo ser lo nuestro y tu amor no disputo,
pues el amor no es porfía ni puñal para herir.
Autor: Víctor A. Arana,
(VICTOR SANTA ROSA),
Cincinnati, Noviembre 24 del 2010.